miércoles, 1 de mayo de 2013

Silencio de Radio

Según el DRAE:

diletante.

(Del it. dilettante, que se deleita).
1. adj. Conocedor o aficionado a las artes, especialmente a la música. U. t. c. s.
2. adj. Que cultiva algún campo del saber, o se interesa por él, como aficionado y no como profesional. U. t. c. s. U. t. en sent. peyor.

dinamismo.
(Del gr. δύναμις, fuerza, e -ismo).
1. m. Energía activa y propulsora.
2. m. Actividad, presteza, diligencia grandes.
3. m. Fil. Sistema que considera el mundo corpóreo como formado por agrupaciones de elementos simples, realmente inextensos, y cuyo fondo esencial es la fuerza; de suerte que los fenómenos corpóreos resultan del choque de fuerzas elementales, y se reducen en definitiva a modos del movimiento.

En un anuncio de televisión, de una radio, (sic), leo, entre otras cosas que dicha radio anunciante es: dinámica.
Y claro, me preguntaba cómo peude ser dinámica una radio. Más bien, en qué sentido puede serlo.
Ofreciendo ritmo a sus programas? siendo enérgica? siendo diligente?

Y porqué el dinamismo siempre se ofrece como una cualidad en casi cualquier ámbito?
Hemos perdido la belleza del estatismo.

De hecho, el dinamismo del mundo a veces es una autentica puñeta. 
"Omnia mutantur, nos et mutamur in illi" No se una leche de latín, pero esto sí. "Todo cambia, y nosotros cambiamos con ello." Y eso, no siempre me gusta, y no siempre es bueno. 

La vida a veces es como el silencio de radio. Ese sonido hormigueante, como de tela infinita que se va rasgando, que hace tu aparato mientras esperas a que el otro mande de nuevo un mensaje.

Es posible que uno se quede absorto con ese sonido... hasta que tu mente para de volar, y empiezas a ser consciente. entonces ese sonido ya no es relajante, te hace querer ajustar la radio para que la nieve se escuche lo menos posible, miras el reloj impaciente porque los mensajes del otro lado no llegan. O porque nadie responde, cuando pides suministros, se te hace muy dura la guardia, o has visto luces más allá del perímetro de seguridad.

Otros ratos, mientras acaricias tu barba de varios días y empiezas a pensar que en tu trinchera faltan demasiadas cosas cómodas, te acostumbras al sonido lunar, como de palo de lluvia, contento de no estar pendiente de cualquier llamada, de si se necesitan suministros en alguna otra trinchera, de si al soldado del otro lado se le hace demasiado dura la guardia. O ha visto luces más  allá de la alambrada.

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